Thursday, April 17, 2008

Coleccionistas

Hay quienes estan hechos de canciones, quienes van por la vida cantando cuando cada cosa y cada persona les recuerda a una melodia que un dia de Dios escucharon sin poder sacarla de la linea de su memoria.

Otros se visten con pedazos de nombres o apellidos de gentes que marcaron la existencia suya con años o minutos de existencias compartidas. Nombres o sobrenombres, nombres sin pronunciar y otros mal pronunciados. Nombres sólos o completos. Letras delineando una vida. Y en la esquina opuesta, esta la gente que colecciona imagenes. Gente con mente llena de formas, de caras, de distintivos lunares o narices. Gente que guarda caras en la mente aunque los nombres se hayan borrado de la historia. Nombres sin caras, caras sin nombres.

Hay coleccionistas de colores, de fotografías, de estampillas y coleccionistas de amigos. Cada uno guardando, como puede, la historia de su vida.

También conocí a alguien que vivía de olores. El olor a jabón de ropa recordandole al amado quien llegaba y la abrazaba justo en medio del labar de faldas y blusas amarillas. Y cuando la tierra recibía a la lluvia despidiendo el olor a tormenta inadvertida, se acordaba la tal muchacha de su casa y de los niños que saltaban de charco en charco sin escuchar los regaños y sentencias de resfriados y palizas.

Y cómo dejar de sentir por aquella cuya alma está esparcida en direcciones diferentes. De ciudad en ciudad se pueden encontrar pedazos de su corazón; porque la pobre no se viste en nombres, ni vive de olores, ni esta hecha de canciones, sino que le ha tocado dejar su alma en ventanas viejas y vistas familiares, en colores de paredes ya despintadas y en árboles ya arrancados de su tierra. Ella no lleva lugares en el alma, sino el corazón suyo es llevado por lugares y arrastrado por escaleras que ya hace mucho no sostienen sus pasos. Pobre de ella que no tiene la vida en un solo lugar sino que se reparte entre paises, cuidades y colonias que la han tenido y la han dejado ir a través de sus años y sus historias. Pobre, porque ella no tiene letras de canciones que le traen sonrisas, porque sus pasos no la pueden llevar más a esos lugares apartados de ella por fronteras cerradas y lejanas.

Pero es dichosa, porque lleva en su mente cada hogar intácto por los años, los detalles no se acaban en sueños. Sabe con exactitud el color de cada hoja de cada árbol que la arruyaba por las noches desde afuera de sus ventanas. Sabe que tan anchos eran los pasillos y cuantos ladrillos adornaban el piso. Sabe cuantos azulejos faltaban en la cocina y donde está escondida la grieta que dejó un terremoto. Sabe encontrar el punto exácto de donde el ocaso brilla más fuerte y de donde se puede ver la luna cuando esta llena y alta. Es dichosa porque nunca deja el hogar, aunque esté lejos. Y porque puede llamar hogar a tantos lugares. Aunque el tiempo ha hecho que el corazón ya no le llore, sino que en vez le empuje cada paso... para ver si el siguiente kilometro recorrido la lleva al siguiente lugar donde ella ha de dejar un pedazo más de lo que aun le queda de su corazón. Ella sabe que siempre estará el lugar que la ha hace completa. Cada lugar distinto, cada caricia entre brisas con sabor a pastos y mares nuevos, es dichosa, de buscar el hogar sin esperar encontrarlo.

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